¿Cómo te haces una leyenda? Nadie lo sabe, pero a Rutger Hauer le ocurrió: inclinado bajo la lluvia de una ciudad imaginaria, improvisó uno de los monólogos más poéticos y trascendentales del cine. «Yo he visto cosas que ustedes no creerían. He visto rayos brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia…», murmuró con el rostro húmedo, ocultando las lágrimas de Roy Batty. El cine acababa de añadir otra escena inolvidable al imaginario colectivo y el actor holandés entró por la puerta grande al Olimpo de las grandes figuras del cine.

Rutger Hauer murió a los setenta y cinco años, convertido en una figura imprescindible para entender la ciencia ficción y la fantasía en el séptimo arte. Con su gesto adusto y fríos ojos azules, encarnó quizás esa rara noción sobre lo imposible, que en manos de un actor menos dotado — o más terrenal, como llegó a decir entre risas —  habría resultado poco creíble, pero que gracias a Hauer se convirtió en símbolo de cierta encarnación del dolor y la belleza que aún en la actualidad sorprende. Pero más allá, el actor fue el símbolo de una inexplicable melancolía por el futuro, que aún resulta complejo de explicar y mucho más de entender.

Los amantes del #cine hemos perdido una figura imprescindible para entender la ciencia ficción y la fantasía en el séptimo arte. @Aglaia_Berlutti despide a #RutgerHauer, un símbolo de la encarnación de lo fugaz, la belleza y el dolor. Share on X

Rutger Hauer ayudó a escribir el famoso parlamento de Roy Batty, replicante y líder de una revolución fatua que como él, estaba destinada a morir muy pronto. Blade Runner también parecía sufrir de la condena de lo fugaz: fue un fracaso de taquilla y una película muy malinterpretada por quienes no comprendieron la visión poética del director Ridley Scott sobre un mundo distópico y retrofuturista profundamente herido por la desesperanza. Pero como Roy Batty y sus sueños de libertad, Blade Runner se volvió un triunfo improbable a medida que el tiempo demostró su enorme valor simbólico. Convertida en hito del género Cyberpunk y una de las películas pioneras en usar la distopía para meditar sobre la naturaleza del hombre, la obra de Scott se convirtió en un reflejo sobre los temores y dolores de una sociedad herida de cinismo.

Panegírico para Rutger Hauer: Vivir dos veces, como lágrimas en la lluvia 1

Time to die

Y el rostro reconocible de toda esa misteriosa revolución fue Rutger Hauer, vestido de cuero negro y el cabello muy rubio cortado a rape. Su figura alta y desgarbada se convirtió en una forma de belleza y su larga sombra pareció llegar a lugares de la imaginación cinematográfica por completo nuevos. Fue el altivo furioso Navarra, enamorado hasta la locura de una jovencísima Michelle Pfeiffer atrapada en una condena eterna. La escritora Anne Rice admitiría que su célebre vampiro Lestat, era «muy parecido» a Hauer. Fue un asesino tenebroso e inquietante en la película de 1986 The Hitcher. «No temo explorar mi lado oscuro» diría después, con una sonrisa cínica. Una y otra vez, todos los rostros de Rutger Hauer mostraban ese lento trayecto de la oscuridad a la luz del espíritu del hombre.

Lady Halcón

Lady Halcón

Todos los rostros de #RutgerHauer mostraban ese lento trayecto de la oscuridad a la luz del espíritu del hombre. Como lágrimas en la lluvia, emotivo panegírico de @Aglaia_Berlutti. Share on X

Era sin duda, el actor holandés más conocido, país en el que ya levantaba asombro  — y un poco de miedo, todo hay que decirlo —  desde su participación en Floris (1969), una serie de caballeros medievales de bajo presupuesto pero un ambicioso guion, lo que la convirtió en un éxito inmediato. En 1973, su actuación en la película Delicias turcas de un jovencísimo Paul Verhoeven le abrió las puertas de Hollywood y también, de una nueva madurez histriónica. «Siempre seré un extranjero. No pertenezco a Holanda y sin duda, tampoco a América» diría en una de sus contadas entrevistas. “Y eso está bien, es la forma de crear un nuevo rostro para cada papel».

Fue esa extraña combinación de fuerza intuitiva, irreverencia y también, un profundo amor por el cine, lo que llevó a Hauer a un tipo insólito de triunfo: convertirse en pionero de personajes llenos de matices, en villanos tan carismáticos como para robar escena (e importancia) al héroe de turno. Roy Batty era un alegato sobre la fragilidad de la naturaleza humana tan profundo y siniestro, que transformó a la que pudo ser una película baladí e incluso, sin verdadera importancia en toda una declaración de intenciones sobre el miedo al futuro. Una muy corrosiva, ácida y en última instancia cruel, con sus grandes preguntas filosóficas sin respuesta sobre la responsabilidad del hombre sobre lo que crea o mejor dicho, sobre lo que imagina. El personaje logró resumir todas las visiones de la Ciencia Ficción de la época con una complejidad nueva. Hasta entonces, el futuro había sido imaginado como limpio, exacto, pulcro. Así al menos fue la visión de Stanley Kubrick, que había revolucionado el género años antes con su impecable 2001: Una odisea en el espacio. Pero fue Blade Runner (y en considerable medida, ese replicante rebelde que se movía por escenarios decadentes y semigóticos), lo que sacudió desde los cimientos lo que hasta entonces, eran meros espejismos inclasificables. Y fueron los contrastes de Batty (un villano capaz de matar a sangre fría y conmoverse por la poesía secreta del universo), los que delinearon una nueva frontera donde la tecnología sumió al hombre en la definitiva tristeza y quizás sustituyó la esperanza por mera satisfacción.

Panegírico para Rutger Hauer: Vivir dos veces, como lágrimas en la lluvia 4

Blade Runner

«Nunca he dejado de actuar, no hay un día en mi vida en que no lo haga», dijo en una ocasión Hauer y era cierto. Actor de teatro desde la niñez, su éxito se basó en la perseverancia, antes de la visibilidad. Para Rutger Hauer, crear algo tan natural como respirar o llorar. «Actúo como una forma de libertad» admitió en los años noventa, cuando se radicó en EEUU y tuvo la posibilidad de interpretar todo tipo de secundarios de lujo  — casi siempre villanos —  a los que dotó de una personalidad única. «Con el malo eres libre de hacer lo que quieras» comentó entre risas al periódico Het Parool. «Somos un poco oscuridad y luz» agregaría durante los 2000, en los que encarnó desde nazis, cardenales pedófilos y magnates cerveceros que sobrevivían casi por accidente a truculentos secuestros.

¿Cómo te haces una leyenda? Rutger Hauer no lo sabía, pero quizás lo intuyó. De rodillas, mientras el actor Harrison Ford le miraba con la respiración agitada, agregó la frase justa que le hizo remontar el apelativo de actor, para convertirse en algo más complejo y poderoso. «Cómo lágrimas en la lluvia» musitó para convertirse en la quintaesencia de lo inusual, lo doloroso y lo asombroso. Un largo camino hacia las estrellas, hacia una versión del mundo ajena al bien y al mal, hacia un verdadero tipo de transcendencia. Hauer y Batty, reflejo uno del otro, unidos en la vida y fundidos en la muerte, se despiden para recordar la fragilidad de las grandes imágenes. De las que siempre se recuerdan.

De las que se conservan en un infinito como testamento enorme y lleno de valor.

¿Cómo te haces una leyenda? #RutgerHauer no lo sabía, pero quizás lo intuyó cuando agregó la frase que lo convertiría en la quintaesencia de lo inusual, lo doloroso y lo asombroso. #BladeRunner. @Aglaia_Berlutti. Share on X
Panegírico para Rutger Hauer: Vivir dos veces, como lágrimas en la lluvia 2

Como lágrimas en la lluvia

 

 

 

Aglaia Berlutti